miércoles, 28 de diciembre de 2011

Primera Feria del Sánguche


El domingo 17, gracias al gentil auspicio de Corazón de Alcachofa, donde me gané unas entradas, fui a la primera Feria del Sánguche en el Parque Araucano. Mi plan era ir viernes, sábado y domingo, ya que habían un montón de charlas y clases que por lo menos en la página se veían bien interesantes (aún me duele no haber ido a la de charcutería, ¿ahora como voy a hacer mi jamón, salame y chorizo?). Igual, el poco tiempo que estuvimos, sí que lo disfrutamos. A continuación una muestra de lo que vimos y probamos, así como para que le den ganas de ir el próximo año (porque va a haber otra ¿verdad? ¿verdaaad?).


Llegamos a la feria como a las 12 y media, cuando aún no había mucha gente. La cosa era simple: en ambos extremos de la feria habían puestos para comprar tickets para sánguches y cerveza, que costaban $1.000 cada uno. Con esos uno pagaba en los 17 stands de sangucherías, o los 5 o 6 donde vendían chela. Los sánguches costaban en promedio 3 lucas, y casi todas las cervezas estaban a 2 lucas el vaso de 500cc,  excepto en Cristal donde costaban solo 1 ticket... pero si uno va a comprar algo caro, que sea rico po (ese fue nuestro razonamiento).


Después de dar varias vueltas para elegir donde comprar, nos decidimos por el que nos entregó el aroma más delicioso a carne jugosa (qué feliz perfume) cuando entramos a la feria, el puesto de Doña Tina. También influyó en la decisión el hecho de que era el restorán que nos quedaba más lejos en la vida real (en las alturas de Huechuraba, según su página webs), y además (pero no menos importante) el crucial factor pan: habían varios sánguches que nos tincaban, pero su envoltorio no nos convencía para nada; pan de hamburguesa tipo ideal algunos, otros de un tipo delgado y blando. Doña Tina tenía pan amasado, y obviamente uno no puede decirle que no a tan bello invento de la humanidad.


Habían 3 opciones de carne, como dice en el cartel. Para completarlo, se podían elegir 2 ingredientes entre tomate, cebolla frita, huevo frito y palta, y además era opcional la mayo y/o ají. Para simpatizar con mi maña, tenía que ser sin palta, así que el menú quedó así: uno de plateada con tomate, huevo frito y mayo, y el otro de pulpa a la chilena con cebolla frita y huevo frito (suavecito). Nunca se me había ocurrido meter un huevo frito en un sánguche, y ahora no sé como pude vivir tanto tiempo sin eso. Ambos estaban más que exquisitos, para enamorarse en cada mordisco (a esa poética conclusión llegamos mientras  comíamos). La carne blandita, sabrosa, los ingredientes abundantes, pero lo suficiente para comerlo con la mano, y el pan simplemente perfecto (qué raro y bonito es cuando uno encuentra un pan amasado rico en Santiago). Cualquier otra descripción no va a ser suficiente, solo les digo que necesito comerlos denuevo, así que tendré que llegar de alguna forma a las tierras de Doña Tina. Pronto.


Tus arterias dicen no, tu guata dice OH, SÍ.

Tiene bonito perfil

Huevo y mayo puede sonar redundante, y lo es. Pero también delicioso.
Para acompañar tamaño festín, elegimos 2 cervezas que no habíamos probado, una Pale Ale de Guayacán (rica, pero no tanto), y la de lúcuma de Volcanes del sur, que encontramos deliciosa, pero en verdad no muy adecuada para tanta grasa. Más tarde compramos una Kross Maibock pa irnos a la segura, y capear un poco el calor que empezaba a ser molestoso a esa hora. (Y hasta ahí llega el comentario cervecero; como cliente frecuente de Escudo y Báltica mi conocimiento técnico no es muy extenso).





Luego de comer fuimos a ver la final / premiación del concurso de sánguches tuiteros (en 140 caracteres era la cuestión), y alcanzamos a ver un poco de la presentación de la chef Pilar Rodríguez sobre el sánguche chileno en el mundo, bien interesante. Cuando nos íbamos cachamos una clase de cocina para niños; toda la familia reunida en torno a este alimento tan trascendental. 





En definitiva, bien surtida la feria, con un montón de actividades como para quedarse todo el día (o todo el fin de semana, si le alcanza el bolsillo). Sería bueno sí una convocatoria más grande de sangucherías, y una opción de sánguche más pequeño y barato, así como para probar varios (aunque no me quejo de mi elección, aún sigo soñando con la famosa Doña Tina). Muy buena idea la de celebrar esta afortunada creación, que sea chilena o no, es parte fundamental de nuestra dieta, y nuestros corazones.


¡Y que viva el sánguche!

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