La isla grande de Chiloé es bien conocida por ser el objetivo de cientos de mochileros cada verano, por sus hermosos paisajes, gente acogedora e increíblemente barato transporte y alojamiento. Bueno, además (o en vez) de ir a Cucao a carretear con el resto de los santiaguinos, se puede aprovechar uno de sus principales atractivos: la comida.
Al igual que el alojamiento (se pueden encontrar casas donde arriendan el patio, cocina y baño desde $1.500 por persona) la comida es muy barata, y hay muchos lugares donde consumir comidas típicas de la zona, que no se encuentran fuera de la isla. La tradición gastronómica es muy rica, y por supuesto (considerando las características climáticas) bien calórica. Lo que más se ve recorriendo los pueblos son productos del mar (siempre frescos) y derivados del producto estrella: la papa.
Yo fui el verano pasado con unos amigos, y realmente quedé enamorada, y volvería todos los años si pudiera. Lamentablemente, el bolsillo universitario solo me permite escoger un destino por verano, y para no repetirme, tendré que aplazar el regreso a Chiloé un par de años.
A continuación, algunas fotos de lo que fue el viaje, para tentar (y guiar) al lector.